LOS ÁNGELES. Volvía de Louisville, su ciudad natal, de pasar unos días tranquilos para ver a toda su familia. Pero Jennifer Lawrence no se podía imaginar lo que le iba a suceder a 3.100 metros de altura en su avión privado.
Cuando la actriz sobrevolaba la ciudad de Buffalo, en Nueva York, el piloto de su avión avisó de lo peor. No uno, sino dos de los motores de la nave se habían estropeado en pleno vuelo, y había que descender rápidamente.
La actriz aguantó el tipo en esos minutos de angustia y el piloto consiguió sortear como pudo los obstáculos del descenso. Afortunadamente la actriz y todo el personal de abordo han salido ilesos y sin secuelas. Ha sido un viaje en avión que Jennifer Lawrence no va a olvidar en la vida. Hasta una estrella de Hollywood ha de estar preparada para un posible aterrizaje forzoso.
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